¡Cumpleaños Feliz!

Ayer, chiquitica -así la llamamos cariñosamente- cumplió dos años y nos fue imposible casar agendas para que pudiese celebrar su cumple con al menos sus padres, abuelos y algún que otro tío, así que decidimos trasladar la pequeña celebración familiar para este sábado. Me daba un poco de pena pensar que mi hija no iba a celebrar el cumple en su día como es debido (ya sé que a estas edades no se enteran mucho...yo soy así), pero estaba totalmente equivocada: tuvo una celebración por todo lo alto con sus compañeros y sus "seños" de la guarde que al fin y al cabo son una gran parte de su vida.

Unos días antes habíamos hablado con su tutora para llevar “algo”, al final nos decidimos por los gusanitos por varias razones:

1. Quitan menos el apetito que las galletas o bizcochos (aunque hay algunos que los comen a dos manos)
2. A la "profe" le pareció una idea estupenda, y
3. La más importante: era lo único que la niña comería sin problemas y, puesto que era su día, teníamos que adaptarlo a ella

Pues nada, para allá se fue papá con la niña abrigada hasta las orejas y cargado de bolsas de gusanitos; unas para degustar en clase y otras para que cada niño se llevase a casa al final de la jornada. El plan era ese, gusanitos y punto ;)

Pero he aquí mi sorpresa -seguramente en este caso si peco de madre primeriza- cuando mi marido me contó que las “seños” estaban decorando la clase con globos y cantando Cumpleaños Feliz. A media mañana nos mandaron una foto de la niña con una corona especial de cumpleañera y comiendo gusanitos (creo que más bien los estaba aplastando). Hasta intentaron que soplara una vela, aunque eso no lo consiguieron porque parece que le da miedo la velita encendida, el año pasado casi se quema intentando cogerla y este no quiere ni verla. :(

Cuando volvió a casa, venía con un dossier especial de cumpleaños que contenía un dibujo a modo “rayajos” de colores de cada uno de sus compis; me pareció una idea muy graciosa, la verdad. Además, Paula estaba contentísima, parecía que sabía que era su día.

La tarde no fue menos ajetreada…primero fuimos a estimulación, luego un poco de paseo y como mamá tenía una importante reunión de trabajo, Paula se quedó en casa con papi y los abuelos que estaban encantados jugando con ella. En cuanto a regalos, a pesar de que ya los había recibido todos por adelantado, las abuelas no pudieron resistirse y le hicieron más. Por la noche, intentamos en dos ocasiones que soplara una vela pero no hubo manera, así que al final le hicimos fotos con la vela apagada...¡no va a estar ella pasándolo mal el día de su cumple!

Ya que había sido un día muy movido, decidimos darle hoy el regalo que teníamos preparado. Así que cuando se ha levando de la siesta se lo hemos enseñado. Al principio no le ha hecho mucho caso, pero luego no había quien se lo quitara de las manos, tanto que al final ha acabado llorando :(

Se trata de unos peluches pequeños de animales que al presionarlos emiten la onomatopeya de cada uno, la verdad que es un juguete muy educativo: ayuda a la estimulación del lenguaje y aprovechando que a Paula le encanta imitar los sonidos de los animales lo vamos a utilizar para enseñarle a diferenciar unos de otros según su aspecto y el sonido que emiten. Aunque a día de hoy ya sabe imitar bastantes, desde los pollitos “pio pio” hasta el búho “uh uh”.

Así que, objetivo conseguido: Paula tuvo un cumpleaños feliz como cualquier niño de su edad.