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domingo, 27 de enero de 2013

Buenas noches y buena suerte


“Buenas noches y buena suerte”. Esta frase, medio en broma medio en serio, es la que solemos pronunciar en casa, últimamente, mi marido y yo antes de irnos a dormir. La razón es bien sencilla, nuestra princesa ha tomado por costumbre el develarse casi todas las noches entre dos y tres horas en plena madrugada.

Desde bien pequeña, Paula ha tenido muchos problemas con el sueño. Lo que desencadenó todo fueron las molestias gástricas y llantos inconsolables, consecuencia de la IPLV como os comenté aquí, que hicieron de las noches un infierno. A partir de entonces, sobre todo por el tema del reflujo (había que mantener a la niña lo más incorporada posible tras las tomas), “malacostumbramos” a la peque a dormirse en brazos. Si, lo hicimos...Pero no había más remedio.


El momento álgido de noches toledanas fue cuando la niña contaba su primer añito.  Durante ese mes de enero, los despertares oscilaban entre 15 y 20 por noche... Creo que durante toda esa época mi instinto maternal se fue de vacaciones, y es que el no dormir afecta y mucho.

Al cumplir los 13 meses, se empezaron a normalizar las noches. ¿Qué hicimos? Nada...simplemente se calmó,  aunque si coincidió que se curó del reflujo. Pero, claro, la niña ya había tomado por costumbre dormirse “a brazo partido” y cada vez le costaba más conciliar el sueño.

Hasta ahora, hemos seguido como entonces...Con alguna noche toledana, pero en general la mayoría buenas. Eso sí, con mucha dificultad para conciliar el sueño. Cuando nos dieron el diagnóstico inicial de Paula, nos dijeron que muchos de estos niños tienen lo que se llama disfunción del sueño. Y parece que ella lo padece. No obstante, seguimos intentando que tenga una buena “higiene del sueño”, aunque, últimamente, parece imposible.

Os expongo los métodos que hemos usado para solucionar este problema:


1. El famoso “colecho”: Este método a mi hija nunca le ha gustado. No parece entender que en la cama de papá y mamá hay que dormir, ella sólo quiere juerga. Cuando no te da patadas, te pega tortas o se te tira encima, partiéndose de risa.



2. El famosísimoMétodo Estivill: El resultado fue fracaso total. Hicimos la rutina de siempre y la dejamos en la cuna con chupete, buenas noches y muñequito, nos fuimos de la habitación y ahí se quedó la niña: ni quejas ni nada...¡Qué bien! (ilusa de mí)
Conforme pasaba el tiempo la juerga que tenía en la cuna iba en aumento y si veía encenderse la luz de cualquier habitación de la casa realizaba lo que hemos denominado “su salto”: un salto desde los pies a la cabecera de la cuna, tirándose en plancha, acurrucándose “como escondiéndose” y destornillándose de la risa. Total, que después de más de una hora, decidí entrar en la habitación para intentar calmarla un poco...En cuanto la dejé sola, de nuevo, el llanto fue tal que acabó vomitando toda la cena ( no fueron ni 20 segundos de llanto). 

 Ahí se acabó la aplicación de “Estivill”. Y es que yo pensaba: si la niña no atiende a nada de lo que le digo, ni entiende ni obedece órdenes...¿Cómo voy a aplicar esto con ella? A día de hoy, me alegro enormemente, a pesar de los pesares, de no haber seguido por este camino, quién sabe si esto hubiera hecho que mi hija no consiguiera tener el vínculo que actualmente tiene con nosotros. No digo que el método no sea efectivo en niños neurotípicos, pero además de parecerme cruel, creo que puede influir en que los niños como mi hija no aprendan lo que es el consuelo.

3. Método coger-dejar: Se basa en coger al bebé calmarlo un poco, y volverlo a dejar antes de que se duerma para que concilie el sueño solito. Si se queja lo coges y cuando lo calmes, a la cuna de nuevo; así hasta que se duerma...Este imposible, porque una vez que la coges, en cuanto la dejas la lía.

4. Utilización de medicación: A parte darle tila para bebés y cosas por el estilo que no han servido de nada, los profesionales que tratan a mi hija nos mandaron darle melatonina que es una hormona que puede ayudar a mejorar la capacidad de quedarse dormido en niños con autismo, pero desde que la niña la toma las noches con despertares han aumentado...¡Son casi todas! Así que por prescripción paterna y materna se la hemos quitado.

5. Método en la cuna con “ayuda”: Dormirla en su cuna, moviéndole el “culete” y sin cogerla en  brazos. Ir retirándole, poco a poco, el apoyo hasta que llegue un momento en que no lo necesite. No sé yo, cuando llegará ese momento, pero este es el método que más veces hemos intentado (sin éxito, por supuesto) y vamos a volver a hacerlo ahora. Además, es el que los médicos y psicólogos que la ven nos han aconsejado.
 

La verdad es que, no dormir se lleva muy mal...Hace que la niña esté insoportable y nosotros -para que engañarnos- también. Además, nos preocupa que al no descansar lo suficiente al día siguiente chiquitica esté muy irascible y eso complica “trabajar” con ella y estimularle.

No sé sí conseguiremos recuperar las noches de calma...En este tema hemos perdido casi todas las batallas, hasta ahora, y eso nos desanima bastante. Muchas veces, me planteo si seré tan “mala madre” que no he sido capaz de instaurarle un sueño estructurado a mi hija. 

Y vosotros, ¿Qué métodos habéis utilizado para conseguir que vuestros pitufos duerman de un tirón

En fin, ya os contaré en que queda todo esto. Mientras tanto....Buenas noches y buena suerte.

viernes, 18 de enero de 2013

Lactancia en el bebé con intolerancias



Al nacer mi hija, su alimentación era lactancia materna exclusiva, pero a la niña -que se adelantó un poquito- le costaba mucho cogerse al pecho y se quedaba dormida, así que después de perder 400 gramos en menos de una semana, en urgencias pediátricas, nos aconsejaron completar las tomas con biberón.

 Su pediatra puso el grito en el cielo al ver que yo no había suprimido la leche de vaca de mi dieta...así que la cambié por leche y yogures de soja, pero seguí tomando derivados. Yo era una ignorante en estos temas; todo eso de la leche me sonaba raro...Pero por si acaso, hice lo que me dijo. Parece que el sistema digestivo de los recién nacidos es inmaduro y esto puede propiciar intolerancias. Lo curioso es que a mí me dijeron de no tomar leche pero que a mi hija le completara con lactancia artificial. En aquel momento no caí, pero ahora me parece una total contradicción. 
 
A la niña parecía que la leche artificial no le iba mucho así que, también pensando en no perder la lactancia, me compré un sacaleches: lo que hacía era darle pecho y después, completaba con bibes de leche materna...Esto fue muy bueno para la peque  -para la madre un poco estresante y agotador-, hasta que empezó a agarrarse bien al pecho y disfrutamos de un segundo mes muy tranquilo...

Tras esta época de paz y tranquilidad, Paula empezó a echar leche (poquita cantidad ) a las dos horas de la toma, y parecía molestarle porque se despertaba quejándose; además tenía muchos gases y según su pediatra, una caca muy líquida (como auténtica primeriza no tenía ni idea)...Podía ser el temido cólico del lactante...



Hacía los 3 meses y medio, al churumbel había que empezar a meterle algún biberón artificial, ya que mamá se tenía que incorporar a trabajar en un mes, y aunque congelaba leche y todo, la central lechera no daba para tanto... 
Así que, empezamos a darle un bibe de leche artificial con cereales en la última toma; a partir de aquí, los síntomas empeoraron:  seguía tirando leche a las dos horas de las tomas y cada vez estaba más molesta -ya no se quejaba, ahora chillaba-. Tenía muchos gases, sueño muy inquieto y episodios de llanto inconsolable. Prefiero no recordarlo...A mí, me extrañaba lo de los cólicos porque pensaba que a partir del tercer o cuarto mes, debía mejorar  y sin embargo, iba a peor...Paula empezó a rechazar el pecho, los bibes...Todo, menos el agua, eso sí le gustaba, pero era ver un bibe de leche o acercármela al pecho y tiraba la cabeza hacia atrás y se ponía tiesa, arqueando la espalda. 

 Llegados a este punto, fuimos a ver a un gastroenterólogo pediátrico, que le diagnosticó reflujo gastroesofágico producido por una intolerancia a la proteína de la leche de vaca (IPLV), y de premio una esofagitis. Así  yo tampoco comería ni dormiría...¡Pobretica mía! Le mandaron medicación, y a mí, aguantar todo lo que pudiera la lactancia materna y después darle una leche hidrolizada ( en ésta la proteína de la leche de vaca esta parcialmente digerida). Además, me dijo todo lo que no debía tomar yo para darle el pecho con seguridad , ni leche, ni queso, ni yogures, ni jamón york (algunas marcas si), ni galletas (algunas marcas si), ni ternera...Cambié mi dieta por completo y si me hubiesen informado bien desde el primer día, hubiese evitado a mi hija pasar por todo esto. 


Intenté prolongar todo lo que pude la lactancia…Pero al dejarla mejoró, posiblemente yo estaba tomando algo que le sentaba mal (creo que el huevo). Hasta los 7 meses, no se normalizó el tema de los llantos inconsolables y noches inquietas y más adelante, volverían algunos problemas por alergia a la naranja e intolerancia al huevo…Pero por suerte, la experiencia nos ayudó a actuar y reconocer rápido las siguientes intolerancias y a eliminar los alimentos correspondientes de la dieta de la peque. 

Os dejo algunos síntomas que pueden hacer sospechar intolerancia a la proteína de la leche de vaca:

  1. Síntomas gastrointestinales: heces líquidas, muchos gases o vómitos
  2. Regurgitaciones: Los bebés suelen echar alguna bocanada, pero si vemos que es muy frecuente y se queja o que no aumenta adecuadamente de peso, puede ser porque no le esté sentando bien la leche
  3. Llantos inconsolables: Cuesta mucho calmarlos, ni con movimiento ni nada de nada. Esto es un síntoma del reflujo que les puede provocar la intolerancia
  4. Noches inquietas a causa de gases o dolor de estómago. Digestiones pesadas
  5. Rechazo al alimento

Nosotros estamos en el proceso de reintroducir la proteína de la leche de vaca, nos han aconsejado darle los alimentos, poco a poco, en este orden:
  1. Ternera
  2. Yogurt de leche de continuación
  3. Derivados de la leche: quesos y yogur natural
  4. Leche de crecimiento
  5. Leche de vaca



Entre uno y otro dejamos, mínimo, dos o tres semanas. De momento, hemos superado los dos primeros. Es la segunda vez que hacemos el intento,  por ahora parece que lo tolera todo bien. ¡A ver si hay suerte!