“Buenas noches y buena suerte”. Esta frase, medio en broma
medio en serio, es la que solemos pronunciar en casa, últimamente, mi marido y
yo antes de irnos a dormir. La razón es bien sencilla, nuestra princesa ha
tomado por costumbre el develarse casi todas las noches entre dos y tres horas en
plena madrugada.
Desde bien pequeña, Paula ha tenido muchos problemas con el sueño. Lo que desencadenó todo fueron las molestias gástricas y llantos inconsolables, consecuencia de la IPLV como os comenté aquí, que hicieron de las noches un infierno. A partir de entonces, sobre todo por el tema del reflujo (había que mantener a la niña lo más incorporada posible tras las tomas), “malacostumbramos” a la peque a dormirse en brazos. Si, lo hicimos...Pero no había más remedio.
Desde bien pequeña, Paula ha tenido muchos problemas con el sueño. Lo que desencadenó todo fueron las molestias gástricas y llantos inconsolables, consecuencia de la IPLV como os comenté aquí, que hicieron de las noches un infierno. A partir de entonces, sobre todo por el tema del reflujo (había que mantener a la niña lo más incorporada posible tras las tomas), “malacostumbramos” a la peque a dormirse en brazos. Si, lo hicimos...Pero no había más remedio.
El momento álgido de noches toledanas fue cuando la niña
contaba su primer añito. Durante ese mes
de enero, los despertares oscilaban entre 15 y 20 por noche... Creo que durante
toda esa época mi instinto maternal se fue de vacaciones, y es que el no dormir
afecta y mucho.
Al cumplir los 13 meses, se empezaron a normalizar las noches. ¿Qué hicimos? Nada...simplemente se calmó, aunque si coincidió que se curó del reflujo. Pero, claro, la niña ya había tomado por costumbre dormirse “a brazo partido” y cada vez le costaba más conciliar el sueño.
Hasta ahora, hemos seguido como entonces...Con alguna noche
toledana, pero en general la mayoría buenas. Eso sí, con mucha dificultad para
conciliar el sueño. Cuando nos dieron el diagnóstico inicial de Paula, nos
dijeron que muchos de estos niños tienen lo que se llama disfunción del sueño.
Y parece que ella lo padece. No obstante, seguimos intentando que tenga una
buena “higiene del sueño”, aunque, últimamente, parece imposible.
Os expongo los métodos que hemos usado para solucionar este
problema:
1. El famoso “colecho”: Este método a mi hija nunca le ha
gustado. No parece entender que en la cama de papá y mamá hay que dormir, ella
sólo quiere juerga. Cuando no te da patadas, te pega tortas o se te tira
encima, partiéndose de risa.
2. El famosísimo “Método Estivill”: El resultado fue fracaso
total. Hicimos la rutina de siempre y la dejamos en la cuna con chupete, buenas
noches y muñequito, nos fuimos de la habitación y ahí se quedó la niña: ni
quejas ni nada...¡Qué bien! (ilusa de mí)
Conforme pasaba el tiempo la juerga que tenía en la cuna iba
en aumento y si veía encenderse la luz de cualquier habitación de la casa
realizaba lo que hemos denominado “su salto”: un salto desde los pies a la
cabecera de la cuna, tirándose en plancha, acurrucándose “como escondiéndose” y
destornillándose de la risa. Total, que después de más de una hora, decidí
entrar en la habitación para intentar calmarla un poco...En cuanto la dejé sola,
de nuevo, el llanto fue tal que acabó vomitando toda la cena ( no fueron ni 20
segundos de llanto).
Ahí se acabó la aplicación de “Estivill”. Y es que yo
pensaba: si la niña no atiende a nada de lo que le digo, ni entiende ni obedece
órdenes...¿Cómo voy a aplicar esto con
ella? A día de hoy, me alegro enormemente, a pesar de los pesares, de no haber
seguido por este camino, quién sabe si esto hubiera hecho que mi hija no
consiguiera tener el vínculo que actualmente tiene con nosotros. No digo que el
método no sea efectivo en niños neurotípicos, pero además de parecerme cruel,
creo que puede influir en que los niños como mi hija no aprendan lo que es el
consuelo.
3. Método coger-dejar: Se basa en coger al bebé calmarlo un
poco, y volverlo a dejar antes de que se duerma para que concilie el sueño
solito. Si se queja lo coges y cuando lo calmes, a la cuna de nuevo; así hasta
que se duerma...Este imposible, porque una vez que la coges, en cuanto la dejas
la lía.
4. Utilización de medicación: A parte darle tila para bebés y
cosas por el estilo que no han servido de nada, los profesionales que tratan a
mi hija nos mandaron darle melatonina que es una hormona que puede ayudar a
mejorar la capacidad de quedarse dormido en niños con autismo, pero desde que
la niña la toma las noches con despertares han aumentado...¡Son casi todas! Así
que por prescripción paterna y materna se la hemos quitado.
5. Método en la cuna con “ayuda”: Dormirla en su cuna,
moviéndole el “culete” y sin cogerla en
brazos. Ir retirándole, poco a poco, el apoyo hasta que llegue un momento
en que no lo necesite. No sé yo, cuando llegará ese momento, pero este es el
método que más veces hemos intentado (sin éxito, por supuesto) y vamos a volver
a hacerlo ahora. Además, es el que los médicos y psicólogos que la ven nos han
aconsejado.
La verdad es que, no dormir se lleva muy mal...Hace que la niña esté insoportable y nosotros -para que engañarnos- también. Además, nos preocupa que al no descansar lo suficiente al día siguiente chiquitica esté muy irascible y eso complica “trabajar” con ella y estimularle.

Y vosotros, ¿Qué métodos habéis utilizado para conseguir que vuestros pitufos duerman de un tirón?
En fin, ya os contaré en que queda todo esto. Mientras tanto....Buenas noches y buena suerte.